2.12.10

TRAMITES Y PAPELITOS


Por fin me siento. Luego de una larga mañana conseguí tomarme un café.

A la ciudad de Utrecht fue hacia adonde partió el tren que abordé esta mañana. Dos diligencias eran motivo suficiente como para pasar el día aquí.

El primer trámite fueron unas radiografías para analizar la posible presencia de tuberculosis (exámen de carácter obligatorio para la obtención del permiso de residencia). Luego de respirar profundo y contener durante unos segundos el aire, me vestí y esperé sentada "algo" que no supieron explicarme que era (o no supe interpretar las señas). Unos instantes más tarde ese "algo" era una persona que me llevó hasta una habitación y me invitó a tomar asiento (sólo asiento). "Bueno", pensé, "¿qué es todo esto?". La mujer me contó sobre su trabajo cómo bióloga y tras comentarme sobre las nuevas investigaciones en base a la tuberculosis, me ofreció, sin obligación, donar un poco de sangre en pro a la ciencia...en una habitación, en otro idioma y a puerta cerrada, ¿qué se dice?: "Si". Asique sonrisa va, sonrisa viene, pinchazo, tubito uno, tubito dos, tubito tres, terminamos; Sin darme cuenta, apretaba el algodoncito con alcohol, mientras le comentaba a la señora, con jeringa en mano, que en Argentina se hablaba castellano. Al finalizar la extracción ambas mujeres me agradecieron con una sonrisa y con un bono para comprar en el supermercado por 10 euros. Ahora puedo decir que, efectivamente, la cena de esta noche la pagaré con el "sudor de mi sangre".

Desde la clínica partí hacia el segundo trámite, no menos importante. Mi tarjeta de residencia holandesa aguardaba ser retirada. Ya puedo trabajar, tener una cuenta en el banco y pagar impuestos en Holanda.

En el viaje de vuelta al pueblo, me esperan nuevamente el tren y el colectivo. Si bien el tramo es largo, existen en la estación de tren y en la parada de autobuses relojes que indican cuánto tiempo demora en llegar el próximo vehículo. Asimismo pueden consultarse por internet los horarios de los buses; entonces es posible planificar un viaje al trabajo o a la escuela, por supuesto el sistema no es apto para impuntuales. Es decir, yo siempre llego cuándo el colectivo se fué, pero puedo estar contenta que estoy diez minutos antes para el próximo. Tanto trenes como colectivos se encuentran calefaccionados, es decir, templados...no es la calefacción de los micros de larga distancia que conozco, que salís del origen con sweatter y llegás al destino sin medias y con temor de que la suela de la zapatilla se haya derretido por apoyar el pie en el tubo por donde pasa el calor. Aqui los colectivos también tienen puerta grande en el medio. La gente sube con los cochecitos de bebés por el centro; Al lado de la puerta hay un espacio para acomodar el carro sin tener que plegarlo...y da igual si el bus va lleno, el cochecito no se pliega, porque todos saben lo engorroso del asunto.

Así es cómo parto de vuelta para la casa. Antes de que me agarre el viento, la lluvia o la nieve. Por cierto, aquí la temperatura es de -7º. Todavía no me adapto al vestuario, no se si usar el pelo suelto o tenerlo atado, no se si ponerlo por debajo o por sobre la bufanda. Y por supuesto que para vestirme necesito tiempo extra, ¡un problema cuándo hay que salir de a dos! y más trágico cuándo el "otro" es de sexo masculino. Voy a por mis cuatro guantes, mis cuatro medias, mi bufanda, la campera y el impermeable, ¡con la cara al viento!...pero el pechito tapado.



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