El puerperio comienza justo
después del parto. En holandés se traduce como el "Kraamtijd". A
partir de allí, con el prefijo "kraam" la reciente madre y, por que
no, el reciente padre atravesarán la "kraamweek" (la primer semana
del puerperio o postparto), serán ayudados y aconsejados por una
“kraamverzorger” (enfermera de maternidad) y tal vez les caigan algunas
“kraamtranjes” (lágrimas del puerperio).
En Holanda el seguro médico,
siempre dependiendo de “el plan” al cual esté abonada la madre, cubre parte o
el total de horas de una enfermera de maternidad por un mínimo de 24 horas
totales en un período de siete días. La enfermera o el enfermero asistirán a la nueva familia, sean o no
padres primerizos. En nuestro caso y a nuestra casa llegó Selma. Unas semanas
antes del parto, tuvimos una entrevista con la coordinadora de enfermeras
quien, además de completar formularios, nos consultó si ya teníamos todos los
elementos necesarios para la “kraamweek”; termómetros, una especie de botellas
herméticas de aluminio para calentar la cuna y una caja completa con elementos
descartables de cuidado sanitario para la mamá son algunos de los infaltables
para la semana posparto.
Telefoneamos a Selma luego
de que la obstetra diera el visto bueno para comenzar con el parto. Selma
estuvo presente y luego por la noche volvió a visitarnos en casa para darnos
los primeros tips sobre el cuidado de Lioba y establecer con nosotros cantidad
de horas que nos asistiría y su horario de llegada. A la mañana siguiente, puntualmente a las 8:30, llegó
Selma y nos despertó; aunque poco habíamos podido dormir o simplemente
seguíamos flotando en la nube rosa mirando enamorados a nuestra bebé.
Es la madre quien establece
que tipo de ayuda considerará necesaria recibir por la enfermera de maternidad,
puede ser de cualquier tipo, por ejemplo, desde hacer el desayuno hasta lavar y
colgar la ropa, servir café a las visitas, hacer compras, mantener el orden y
la limpieza de la casa, dejar preparada la cena, etc. Si la familia tuviera ya
hijos la enfermera puede también ocuparse de los niños, llevarlos al colegio o
al parque, es decir, darles atención ya que en Holanda el papá solo recibe dos
días de licencia por paternidad. Selma nos contó que en una de las casas en donde trabajó, el pequeño hijo mayor de la familia había asociado que Selma y su hermanito eran una unidad, y cuando todos le decían "felicitaciones por la llegada de tu hermanito" el respondía "¡y de Selma!". Tal es el punto que lloró desconsoladamente cuando, cumplidos los siete días, Selma se fue pero su hermanito no.
Por otro lado, la enfermera se ocupa
diariamente de controlar el peso y la temperatura del bebé y hacer un chequeo
general a la mamá: temperatura, pulso, cicatrizaciones (si las hubiera) y
chequeo del proceso de retracción del útero. Si los padres fueran primerizos también los aconseja con cuestiones como el baño y el secado del bebé. Toda la información sobre el recién nacido y alguna relevante sobre la mamá se anota en un dossier.
Selma pesando a Lioba |
Aprendiendo a secar los pliegues |
La organización en la cual trabaja Selma cuenta con una especialista en lactancia a quien se puede llamar
para establecer una cita e intercambiar su tiempo con el de la enfermera. En
Holanda se aconseja y se fomenta fuertemente la lactancia materna a través de
distintos organizaciones sin fines de lucro, donde voluntarias dictan breves cursos sobre
amamantamiento y hacia el final hacen entrega de un útil cuadernillo al que he
recurrido más de una vez ante ciertas dudas.
La Kraamweek es casi
surreal. En primer lugar porque de un momento a otro te convierte en madre o
padre, tutor y encargado de un ser humano que, con lo días, caes en la cuenta
de cuánto depende de vos. En segundo lugar porque tu intimidad deja de ser tuya
y pasa a ser pública; en donde cual Yoko Ono y John Lennon recibís en tu cama
un desfile de gente, en mi caso no periodistas sino asistentes de la salud. A
los pies de la cama llegan los controles de las obstetras, la consulta sobre
lactancia, una extracción de sangre del bebé, Selma a diario, y algunos amigos
que pasan a ver al recién nacido mientras duerme, pero ahí también estás vos, con
antifaz, durmiendo de día y deshinchándote en silencio. Los pechos que dejan de ser lo que eran para pasar a ser lo que son y ayer que fue hace una
eternidad.
Natalie, una de las obstetras que trajo a Lioba al mundo |
Y un día fue domingo y llegó
el último día de Selma y después de afectuosos saludos y unos presentes se
cerró una puerta y se abrió otra que dio lugar a un abismo sin fin de dudas. De
pronto, al día siguiente es lunes y Selma no está, no hay desayuno en la cama,
las obstetras ya no vuelven, la panza y los controles de peso y presión se
terminaron y el futuro es un gran signo de interrogación. El instinto empieza a
fluir y el rol a jugar. Y un día, tal vez otro domingo, caes en la cuenta que
hablás de vos misma como mami tal como
Diego habla de Diego y que con un
trapito húmedo solucionas cuestiones que antes hubieran requerido toda una
palangana. El anochecer y la madrugada te encuentran intentando consolar un
llanto, dando infinitas vueltas por la casa, tarareando en forma de mantra
alguna melodía infantil. Te despertás en la mitad de la noche con un motivo
fundamental y durante el día responder mensajes pasa a ser una tarea cuasi
imposible. La puntualidad tiene un margen flexible y aproximado de dos horas y
la planificación de dos días. Y ahí entendés cuando te decían: “aprovechá a
hacerlo ahora que después no tenés ni un minuto”… no, para todo eso poco, pero
para todo lo demás, un montón.
Día 8. La primer salida, un paseo por el bosque |
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