16.4.13

DESIERTO DEL SAHARA - MARRUECOS - PARTE TRES.




Llegamos al desierto del Sahara con una de las cientos de excursiones que, por distintos precios, ofrece el mismo recorrido. Acorde a la experiencia que ya habíamos forjado en Marruecos sabíamos que, de la bucólica imagen que presentaban las agencias de turismo, poco quedaría. En consecuencia, en lugar de viajar en una "todo terreno", recorrimos las rutas en un minibus sin aire acondicionado. Negociar precios no es difícil, ya que los mismos vendedores piden el doble y después ellos mismos bajan el precio el 50 porciento. A la pareja de chinos "made in Beijin" les cobraron por todos. A nosotros no dieron el precio turista y los tres locales, que acompañaban la aventura, seguramente hayan pagado por el servicio entregado. 

La excursión tiene su primer parada en las montañas. En un mirador natural ya están preparados todos los vendedores de "piedras preciosas". Sobre mantas exponen, "los arqueólogos", las pequeñas bochitas que se abren por su mitad para dejar ver un interior brillante. La primera impresión es de una piedra realmente extraída del corazón de la montaña. La segunda impresión es que el color púrpura, fucsia, azul o rojo es un poco-demasiado brillante. Primera asociación: infancia, brillantina. Segunda asociación: adolescencia, anilina (remera batik). Los "arqueólogos" piden por las "piedras preciosas" desde 5 a cualquier cantidad de euros. Dependiendo, como dicen, la cara. Una mujer china, trabajadora en ONU, de día libre en Marruecos, compró la piedra teñida con brillantina pegada por 50 euros. Un español con camiseta de fútbol, de viaje con dos amigos, pagó por el falso mineral 25 euros.

En cada parada hay, como era de imaginar, algo esperando para ser comprado. Piedras, aceites de nuez, aceites de rosas, alfombras (no voladoras) y hasta un guía que se ofrece a caminar contigo 200 metros (sin hablar) a cambio de una propina. 


UN PUEBLO FAMOSO

Llegar al desierto desde Marrakech lleva aproximadamente un día y medio de viaje. En el transcurso del recorrido, tanto a la ida como a la vuelta, se va pasando por plantaciones de olivos, de higueras y nogales, montañas, cañones, pueblos de nómades. Se atraviesa Marruecos. Para quienes les gusta el cine, se visita un museo del "séptimo arte" nacional con calabozos de telgopor pintado y, lo mejor, se pasa por el pueblo Ait Benhaddou, patrimonio de Unesco y escenario de Hollywood en películas como Gladiator y Jesús de Nazaret.


Ait Benhaddou
Ait Benhaddou
Ait Benhaddou



LA PUERTA DEL DESIERTO

Llegar al desierto es casi como llegar al fin del mundo o a un planeta fuera de la tierra. Pensar en su inmensidad y en toda la vida que allí habita es tal cual como pensar en su contrario, el océano. El desierto del Sahara también fue alguna vez mar. Las dunas pueden superar los cien metros de altura y tras tormentas de arena cambiar súbitamente de forma. Se sabe que, quien recorre el desierto, solo puede guiarse por la ubicación de las estrellas. ¡Y vaya si se ven estrellas!. 

Al momento de la llegada al Sahara, y luego de un día y medio de rebotar en el minibus, ya habíamos entablado relación con los compañeros de viaje, probado la comida especial tipo astronauta que se habían llevado los chinos (porque no comen cualquier cosa) y escuchado una y otra vez la música "teen" de los tres marroquíes que aprovechaban cada parada para estirar las piernas y fumar todos los cigarrillos que podían.


Puerta del desierto


Al interior del desierto se llega por camello. Cada turista en la jiba y cada camello enlazado con el anterior y el siguiente. Un guía vestido de azul dirige la caravana. Luego de una hora de montar, y con las piernas en U mayúscula, se llega al campamento. Grandes carpas esperan a nosotros, los turistas, y a la noche el guía prepara una rica cena y con ánimos de entretener toca un poco el "bongó". 



Interior del Sahara

Mientras el pollo y las papas se cocinan en un tajín tamaño familiar, los turistas aprovechan para fumar en pipa tabacos saborizados o subir a las dunas. Nosotros elegimos subir a las dunas y desde allí contemplar la tormenta que se aproximaba. El chino nos siguió pero no en pos de "hacerse uno en el paisaje" sino de conseguir conexión "wi-fi" en su teléfono móvil. Objetivo que, naturalmente, le fue imposible concretar. En ese momento yo pensé en las antiguas civilizaciones de chinos, en las generaciones anteriores al Iphone, en los grandes esfuerzos que aquella sociedad, como tantas otras, ha hecho. Y en la pelea a la que este joven, convencido, se entregaba: subir sudando a lo alto de una duna en el medio del Sahara para, en un "click", ver sus mails. Esta "maravilla del hombre" no las contemplan las agencias de turismo a la hora de ofrecer su presupuesto.

La pareja de chinos tenía gran ilusión de ver constelaciones. "En Beijin los edificios son tan altos y siempre están tan iluminados que no es posible ver estrellas. Hace años que no vemos el cielo y tenemos mucha ganas de que sea una noche estrellada" nos confesaron. Desafortunadamente para todos la noche estuvo nublada y llovió. Evento que sucede tal vez dos veces al año. De todas maneras, confieso que la tormenta es también maravillosa. Antes de ir a dormir, el viento se llevó las nubes y los chinos tuvieron el gusto de ver las estrellas, tal vez por única vez en el año. 

Al alba montamos nuevamente a nuestros trabajadores camellos y salimos del desierto. 




Una hora más tarde estábamos desayunando unas ricas tortillas o panqueques marroquíes con manteca y dulce, café con leche y cereales. Toda esa energía pudimos no usarla durante las diez horas que duró el viaje de vuelta a Marrakech.



El desierto del Sahara además de ser en un ínfimo porcentaje de su superficie un lugar turístico, es un lugar de guerras entre pueblos. La frontera entre el Sahara Marroquí y el Sahara de los saha-ra-uis se encuentra en litigio desde hace décadas y es un problema sin resolver que sigue cobrándose vidas. Quienes han atravesado la línea imaginaria que separa su frontera dicen que el ejército marroquí se encuentra constantemente revisando, cada quinientos metros, los documentos de los viajeros y reiterando una y otra vez las mismas preguntas: profesión, motivo del viaje. En el entorno del desierto hay fosfato, petróleo y pesca, factores significativos en la disputa. Es un paraíso fiscal, es decir, un sitio libre de impuestos. Con el bloqueo informativo, los periodistas se encuentran lejos de la región, por tanto, se sabe poco respecto al conflicto. En los alrededores de los puestos militares se encuentran deprimentes campos de refugiados saha-ra-uis y pequeñas zonas de prostitución. El viajero no puede tomar fotografías pero si tomar conciencia del problema que actualmente sufren los pueblos nómades del desierto.


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Textos y fotos publicados por VIRGINIA con ♥. 
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